Cómo enseñar a tu niño a ser feliz (del blog todopapas.com)
Probablemente la
felicidad sea el máximo deseo que todo padre tiene para sus hijos. Suponemos
que la infancia es la etapa más feliz y alegre de la vida de una persona, pero
no siempre es así. Muchos niños no son ajenos a la tristeza, a la
ansiedad o a la irritabilidad.
Pero a ser feliz también se aprende. Son varios los factores
que contribuyen que un niño sea feliz. La educación lo hace en un 40%.
Esta es una de los
motivos que ha impulsado la iniciativa “Proyecto Felicidad”, con el objetivo de
descubrir cuáles son las claves de la felicidad en la infancia. Capitaneando
la investigación se encuentra la psicóloga infantil Silvia Álava que, basándose
en estudios de Sonia Lyubomsky, autora de La Ciencia de la Felicidad o María José Álava Reyes, autora de El
No también ayuda a crecer, ha desarrollado una serie de
pautas que ayudan a potenciar la felicidad en los más pequeños.
Y para poner en práctica las resoluciones de
la investigación, varios centros comerciales de todo España se han unido
realizando una serie de talleres para padres con el que se ha denominado
“Comando Felicidad”, un grupo de monitores que explican, adaptándose a casa
edad y necesidad concreta, cuáles son las facetas a potenciar en la educación
del niño.
Con estos talleres,
declara Mónica Pinto, responsable del Comando“no
queremos enseñar a los padres a educar a sus hijos, sino darles esas claves que
hacen de un niño normal un niño feliz. Los padres en ocasiones no le dan
importancia a actuaciones o conversaciones aisladas, pero los niños se quedan
con detalles increíblemente pequeños que pueden afectar a su carácter y su
desarrollo futuro. Los padres son los pilares del niño y muchas veces se
encuentran en la disyuntiva de no saber qué hacer en acontecimientos del día a
día de los pequeños. De ahí que alguna de las claves que se ofrecen en los
talleres de la felicidad sean útiles a la hora de educar en la felicidad. Los
padres en ocasiones utilizan un lenguaje con sus hijos con buena intención,
pero sin saber que en su subconsciente están condicionando su manera de ser y
de expresarse en el futuro”.
Las 8 claves de la
felicidad infantil
1. Dar las gracias: los niños que desarrollan su actitud de reconocimiento y
gratitud hacia las cosas que poseen entienden lo habitual como un regalo que
además, favorece la estabilidad mental y enriquece su crecimiento en el entorno
familiar. Cuando se muestra respeto por las cosas que hacen por nosotros,
valoramos también lo importantes que somos para el grupo generando un
sentimiento de pertenencia y seguridad dentro de la comunidad.
2. Positivismo: los niños educados
en una interpretación positiva del mundo son más seguros y creen más en sí
mismos. Las personas positivas tienen un mayor control de su mente y las
interpretaciones que ésta haga de la realidad son fundamentales para definir la
calidad de vida percibida y alcanzar la plena felicidad. En la edad adulta el
positivismo ayuda a encontrar oportunidades (a nivel personal y laboral) y
enfocar las soluciones de manera más directa. Además, suelen ser personas
generosas, persistentes y responsables que se deprimen menos y tienden a ser
enormemente apreciadas en sus círculos sociales debido a la empatía y energía
que genera esta actitud.
3. No etiquetar: las etiquetas
limitan y perjudican el desarrollo de la identidad del niño. “Eres un niño malo” o “vaya
niña más llorona” son
descripciones que se utilizan cuando los pequeños reiteran sus actitudes y que
predisponen al niño a moldear su actitud para encajar en este perfil. La mejor
manera de desarrollar la felicidad en la infancia es tratarles como si fuesen
lo que deberían ser para convertirles en lo que potencialmente pueden ser: no
debemos cometer el error de etiquetarle como si el ser malo fuese algo
inherente en el niño y que no se puede cambiar, de esta forma sólo
conseguiremos que el niño se habitúe al adjetivo y que lo viva como “yo soy así, y por tanto no lo voy a cambiar”.
Podemos establecer como alternativa: “Eres
un niño bueno pero te estás portando mal”, focalizando hacia la
actividad concreta que hace mal.
4. No dramatizar: cuanto antes
comencemos a educar a los niños para que le den a las cosas su justo valor,
mejor diferenciarán y aprenderán a distinguir los rasgos realmente importantes
de la vida. En
ocasiones, se ve como hay padre que dramatiza porque su hijo ha suspendido un
examen, cuando hay una recuperación posterior donde puede superarse a sí
mismo, y no le damos importancia a conductas que sí se debe extinguir,
como pegar a sus hermanos o a otros niños, insultar o faltar al respeto.
5. Logro personal: los niños son un 49%
más felices si consiguen sus objetivos por méritos propios. Los
psicólogos utilizan el principio de Restricción de Privilegios (ordenador,
móvil), para provocar la reacción de normalización por parte del niño “consentido”,
que aparece tras reacciones iniciales de rabia del niño y resistencia de los
padres ante la eliminación de objetos cotidianos, muchos padres lo verbalizan
como “hace mucho tiempo que no veía a mi
hijo tan tranquilo.” Desde que son bebés hasta la adolescencia, los
niños sufren de manera creciente en los últimos años el “síndrome de niño
insaciable”, donde sus actitudes desembocan en problemas de personalidad y
conducta, provocando aislamiento, marginalidad e insatisfacción personal.
“Cada vez los hijos
tienen más de más cosas y no por ello podemos afirmar que son más felices, es
más, podemos afirmar que cuando les faltan ciertas cosas que ellos han llegado
a considerar imprescindibles, como el móvil o el ordenador, sus reacciones de
rabia son intensas. Además, en general cuantas más cosas tienen los hijos, más
cosas quieren por la progresión insaciable que supone el tener frente a la gran
demanda que existe hoy día. Y llega un momento en que los padres se encuentran
incapaces de proporcionar más satisfacción. Los padres no se sienten más
satisfechos porque ven que no disminuye el grado de exigencia en los hijos,
aumenta el grado de inconformismo y disminuye la dedicación a actividades que
requieren esfuerzo y que quizá son menos gratificantes a corto plazo, como
estudiar o ayudar en tareas propias de casa”, subraya Silvia Álava.
6. Autonomía: los niños desarrollan su independencia del entorno paterno
conforme van creciendo, esto potencia su autoestima y su confianza en sí
mismos. Dejar que juegue solo o que realice algunas tareas del hogar sencillas
es también una manera de educar en la igualdad. Se trata de favorecer una correcta
autonomía en el niño que le haga más feliz y más seguro. También es bueno dejar
que el niño esté enfadado en algunos momentos, los padres tienden a “salvar” a
sus hijos de cualquier sufrimiento pero esto limita su independencia y
capacidad de experimentar sus sentimientos. No es malo sentirse triste a
veces.
7. Inteligencia
emocional: es muy importante
educar al niño para que desarrolle estas habilidades, esto es, aprenda a
controlar y regular sus emociones para resolver los problemas de manera
pacífica. Esto genera tranquilidad y armonía en el carácter de los pequeños:
las emociones son buenas, y los niños reaccionan de una forma física ante
ellas, produciendo por elementos bioquímicos generados por el cerebro que ayudan
a detectar si hay peligro, a protegernos del daño, a superar nuestros miedos,
etc. Adecuando a cada edad para saber qué habilidades hay que desarrollar en
cada etapa, los niños desarrollan su conocimiento individual personal, su
identidad, su autoestima y determina en gran medida el éxito en la vida adulta.
8. Por edades
·
Desde el nacimiento hasta los 2 años: Las
experiencias infantiles impregnadas de afecto pasan a formar parte de la
personalidad a través de la memoria, aprende a andar y a hablar y su mundo se
expande.
·
Desde los 2 años: entran en su mundo las
miradas ajenas, disfrutan al ser mirados con cariño. A partir de ahora cobra
gran fuerza educativa la satisfacción ante el elogio o ante las muestras de
aprobación de aquellos a quien él aprecia.
·
Hacia los 7- 8 años nos convertimos en actores
y jueces: reflexión y libertad. Y aparecen el orgullo y la vergüenza aunque no
haya público.
·
Hacia los 10 años pueden integrar sentimientos
opuestos. Empieza a darse cuenta de que los sentimientos deben controlarse.
La felicidad es algo
subjetivo, que tiene dos componentes, el afectivo, (la experiencia de
experimentar emociones positivas), y el cognitivo, (sentirse satisfecho
uno mismo con su propia vida).
Sólo un 10% de la felicidad depende de las
circunstancias externas, y aunque la capacidad para ser feliz es algo innato, está
en nuestra mano incrementarla. Poseemos un increíble potencial de mejora de la
dicha y el bienestar que depende exclusivamente de nuestros actos y
pensamientos, y podemos trabajar con los niños para que aprendan a ser más
felices desde pequeños.
Factores que influyen en la felicidad
Exterior: es todo aquello que
nos rodea y tiene que ver con las necesidades reales y ficticias de las
personas, las compras, los caprichos, etc. También tiene que ver con el
trabajo, la salud y el amor.
Genética: hasta un 50% de
nuestra predisposición a ser felices es heredada, depende de nuestros
Uno mismo: otro 40% de la
felicidad depende de nosotros mismos. Desde la infancia a la madurez podemos
aprender a ser felices desarrollando una serie de aptitudes.
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