sábado, 16 de junio de 2012

Inteligencia emocional aplicada al trabajo

14 junio 2012 · Maite Nicuesa · Enviar un comentario · Recursos Humanos · emociones · gimnasio Gimnasio emocional en la oficina No sólo existen gimnasios en los que puedes entrenarte físicamente, sino que también, puedes entrenar tu mente y tus emociones en el trabajo. ¿Cómo lograr este objetivo? Convirtiendo tu despacho en tu mejor gimnasio emocional, es decir, en ese lugar en el que aprender a ser mejor trabajador, afrontar mejor los problemas, relativizar las preocupaciones, resolver conflictos… Existe un libro excelente que puede ayudarte a reflexionar sobre esta cuestión. Joan Clotet y Salvador Tudela son autores de la obra que lleva por título: ¿Quién quiere a Pepe? editado por Empresa Activa. A través de las páginas de este libro aprenderás a poner en práctica tu mente para entrenar tus emociones en positivo. Sólo hay que tener ganas de intentarlo y de ser más feliz en el trabajo. En primer lugar, ten en cuenta que la empresa está formada por un equipo integrado por jefe, compañeros de trabajo, socios y también, clientes. Por tanto, pon en práctica tus habilidades sociales y respeta el rol de cada persona. No puedes tratar igual a un cliente que a tu jefe, por ejemplo. ¿Qué es lo que más tendrás que practicar? La empatía, ponte en el lugar del otro. La escucha activa y la asertividad forman parte de este proceso tan importante a nivel laboral y humano. Por otra parte, también tienes que trabajar tus propias limitaciones. Es decir, conviene aprender a diferenciar cuándo el problema está en los otros o cuándo está en uno mismo. En general, los trabajadores tienen la facilidad de buscar excusas y delegar responsabilidades propias en terceras personas. Toma cada reto como un estímulo y no como un problema. De esta form, adoptas una actitud optimista. Pasas tantas horas cada día en el despacho que puedes convertirlo en tu mejor gimnasio emocional.

sábado, 2 de junio de 2012

Nomiedo

DR. JEKYLL (Miedo equilibrante) y MR. HYDE (Miedo Toxico) Extracto del libro NoMiedo en la empresa y en la vida de Pilar Jerico ¡Necesitamos el miedo! En la medida que nos ayuda a protegernos de los peligros y nos da ciertas dosis de prudencia para no decir lo que realmente pensamos a nuestro jefe o abandonar nuestro trabajo sin otra opción laboral. El miedo, por tanto, equilibra ciertos impulsos que tenemos desde muy pequeños. Los padres juegan un papel esencial en su transmisión. Educan a sus hijos para que no se asomen demasiado a una ventana, no jueguen con enchufes o respeten a los profesores. En definitiva, necesitamos el miedo equilibrante para ser prudentes. Ya lo decía Aristóteles: la prudencia es la virtud práctica de los sabios. Sin embargo, este tipo de miedo, el equilibrante, deja de ser positivo cuando nos paraliza y nos impide poner en juego todo nuestro potencial. Es entonces cuando se convierte en miedo toxico. Y este, sin lugar a dudas, no solo es innecesario sino que, además, nos perjudica a nosotros y a nuestras empresas. El uso del miedo toxico tiene un alto precio en la cuenta de resultados y en nuestra felicidad, pero, desafortunadamente, esta a la orden del día. “El miedo (toxico) es una emoción que puede alcanzar grados de alta intensidad y se mueve junto a la ansiedad y la angustia, modificando sustancias en el organismo y produciendo numerosos fenómenos psicosomáticos” Ramiro Calle, autor de los afectos. ¿Qué diferencias hay entre el miedo equilibrante y el toxico? La mas importante su efecto. Cuando el miedo equilibrante se deforma en toxico, entra en escena mister Hyde, asesinando nuestras capacidades. Nos deja vacíos de futuro. Es un freno a nuestro talento y al de otros si tenemos responsabilidades directivas. El equilibrante, por el contrario, es inocuo respecto al desempeño. Otra diferencia es su duración. El miedo toxico no tiene fecha de caducidad, quien lo sufre se ve afectado por el en una gran parte de sus decisiones y comportamientos, tanto en su trabajo como fuera del mismo. El equilibrante, sin embargo, solo hace su “aparición estelar” en momentos puntuales. La diferencia es sutil, pero los resultados de traspasar la delgada línea roja no lo son en absoluto. Y, desgraciadamente, cuando una empresa emplea el miedo como forma de gestión, pulsa el interruptor de nuestro miedo equilibrante y lo convierte en mister Hyde. Nota:disculpen errores ortagraficos por problemas con teclado